jueves, 13 de junio de 2013

Día 13

Esto me pasa por bocazas. Tanto decir que ser meteorólogo en Canadá está chupado, tenía que pasar esto. En nuestro día de sol está reinando un aguacero. Este es el segundo sobresalto del día. El primero es que no hemos configurado correctamente la alarma del movil, y en lugar de levantarnos a las 7, lo hemos hecho a las 7:30. ¡Ups!, tenemos 15 minutos para ducharnos, vestirnos, recoger todo, desayunar y salir hacia Tofino para llegar a tiempo de nuestra salida a ver osos. Todo no puede ser, así que desayunar se cae de la lista. Aún así salimos con un poco de retraso, pero afortunadamente llegamos con poco retraso y no tenemos problemas para unirnos a la actividad.
Hoy vamos en una zodiac, y para ver osos vamos a permanecer cerca de la costa de las islas, por lo que esperamos menos bamboleos y que Bea regrese en unas condiciones aceptables. Además contamos con la ayuda del remedio mágico que nos dió Úrsula ayer.
Subimos a la barca pertrechados como el capitán Ahab, y salimos disparados hacia nuestro destino. Primera parada, un águila calva, que se está comiendo un cangrejo tranquilamente a poca distancia de nosotros. Las olas y nuestro piloto van acercando la barca poco a poco a dónde está, de forma que llegamos a estar a unos 3 metros (por decir algo) del águila, que pasa de nosotros con descaro y sigue concentrada en su comida.


Dejamos el águila calva con su desayuno a base de marisco (quién lo pillara, mira que tiene clase la tía), y seguimos navegando entre las islas, ojo avizor para ver si aparece algún oso. Lo encontramos unas pocas islas más allá. ¡Qué pasada! podemos verle buscando comida entre las rocas, apartándolas como si tal cosa y comiendo cuando encuentra algo apetitoso. El silencio en la barca es total, no nos atrevemos ni a respirar, aunque parece que para el amigo oso, lo que esté en el mar no es de mucho interés, y sigue con su rutina sin prestarnos atención.


No sé ni cuantas fotos les he hecho a los osos, intentaré no aburriros demasiado. Seguimos más adelante y nos encontramos una curiosa estampa, pues encontramos otros dos osos, uno subido a un árbol y el otro abajo, en la playa. ¿Cómo se habrá subido allí?.


Estamos otro buen rato viendo las evoluciones de los osos, antes de seguir buscando más en el resto de islas. En otra por ejemplo encontramos 3 osos juntos, que deben ser familia, pues parece ser que son bastante territoriales. Aún así, parece que hay uno que lleva la voz cantante, y en alguna ocasión se encara con otro, sin llegar a las manos, pero mirándose con ojos de no dejarse pasar ni una.




Seguimos navegando y llegamos a ver hasta 9 osos distintos dispersos entre las islas, todos buscando comida en la orilla.

En el camino de vuelta, también encontramos varias focas y nutrias, y otra águila calva, esta subida en un árbol.


Está claro que la salida ha valido la pena, aunque ahora se nos haya hecho un poco tarde para ver Victoria. Como no podemos perder tiempo, comemos un bocadillo rápido en una panadería, acompañado de algo de pastelería, y aprovechamos para gorronear un poco la wifi y mandar algunos mensaje de whatsapp. En cuanto terminamos, de nuevo a la carretera.
El camino a Victoria no tiene nada reseñable, salvo otro oso que pude ver Bea desde la carretera, yo como iba conduciendo me lo perdí. Tras 4 horas y media de conducir llegamos a Victoria, dejamos las cosas en el hotel, y salimos a todo correr para llegar a la última visita guiada al parlamento de British Columbia, que era a las 5. Llegamos por los pelos, pero tuvimos la fortuna que el guía era mejicano y, aunque hizo la visita en inglés porque había más gente en el grupo, estuvo charlando un rato con nosotros y contándonos alguna cosa en español.

Después, volvimos brevemente al hotel para subir las maletas del coche a la habitación, cambiarnos de calzado y salir a descubrir Victoria.

Por cierto, en Victoria descubrimos un nuevo peligro que no habíamos visto hasta ahora, los cuervos agresivos de la muerte mortal. ¡Esto está lleno de fieras!

A todo esto, enfilamos por la calle Government, la de las tiendas, hasta llegar a Chinatown. Allí coincidió que había una especia de día de mercado, y paseamos un poco entre los puestos, y aprovechamos para coger algo de comer.


Después de cenar en la calle, seguimos pateando la ciudad en dirección al parque de Beacon Hill, la verdad es que las ciudad es bastante bonita, y por todas partes encuentras totems realizados por artistas de la "Primera Nación" como dicen ellos. En Canadá parece haber bastante respeto por los indios que vivían allí antes de la llegada de los europeos, y en varias ciudades hemos visto ejemplos de totems creados por artistas indios expuestos en varios lugares de la ciudad.




Una vez hemos llegado al parque, hemos paseado un poco por él, la verdad es que era bastante bonito, y está llenos de patos, hemos encontrado incluso uno con sus patitos.


Tras atravesar el parque nos hemos dirigido hacia el km 0 de la carretera transcanadiense, que atraviesa todo el país y cuyo origen está curiosamente en la isla de Victoria.

Hemos continuado hasta llegar al mar, y luego hemos regresado al hotel rodeando toda la costa. Estaba anocheciendo, y nos hemos detenido en varios lugares a disfrutar de la calma, las vistas y los colores de la puesta de sol.



En el camino de vuelta hemos pasado por el puerto, donde había unas casitas flotantes muy monas.

Y por último hemos regresado hasta el parlamento, que la guía decía que no había que perdérselo iluminado, pero la verdad es que cuando hemos llegado y lo hemos visto los Canadienses han perdido bastantes puntos en nuestra escala de clase y buen gusto.

Y esto es todo. Se nos ha acabado el viaje. Mañana solo nos queda coger el ferry para volver a Vancouver y de allí al aeropuerto donde nos espera nuestro vuelo de vuelta a España. ¡Qué pena! Pero bueno, también nos alegramos de que dentro de poco volveremos a veros a todos, incluidas Cosa y Eylo. Así que muchas gracias por acompañarnos en el viaje, y si queréis más ya os pasaremos el número de cuenta para las subvenciones de viajes.
¡Un abrazo a todos!

miércoles, 12 de junio de 2013

Día 12

Hoy era día impar, y ¿a qué no sabéis cómo ha amanecido el día?. Lloviendo, seguro que no lo ha acertado ninguno. Ser meteorólogo en Canadá es un momio, tengo que enterarme de cuáles son las condiciones para entrar a trabajar de eso, pero enviando este blog como currículum seguro que me contratan.
El lado bueno es que no hemos tenido que madrugar demasiado, el malo que el sol sigue saliendo a las 5 de la mañana y seguimos sin unas persianas como Dios manda. Si lo de la meteorología no sale adelante, estoy pensando en venir a Canadá a montar un negocio de persianas, con este sol tan madrugador que tienen voy a triunfar fijo.
Después de la ducha mañanera, hemos desayunado, bastante bien por cierto. Queso minibabybel, leche con cacao o té, cruasán caliente (croissant para los finolis que hablen francés), zumo, yogurt y fruta (plátano, cerezas y fresas). No nos hemos quedado con hambre, vamos.

El desayuno nos ha servido para cargar las pilas a pesar de la lluvia, y hemos ido a un sitio que nos ha recomendado Úrsula (la que lleva el B&B) para comprar unos bocadillos para nuestra aventura de hoy. Con la comida en el coche, hemos partido en dirección a Tofino, donde está la empresa que nos va a llevar a ver ballenas. Por el camino hay varias playas, y lugares ideales para surfistas, de hecho todo esto está pensado para ellos, y se vé a la legua que paran mucho por aquí. Como vamos con tiempo hacemos alguna parada, aunque el tiempo no acompaña mucho nos da un pequeño descanso en Long Beach.



No os lo hemos comentado hasta ahora para no asustaros, pero aquí en Canadá estamos sobreviviendo a múltiples peligros. De momento hemos salido airosos de zonas de aludes, de desprendimientos, de alces, ciervos, caribús, osos, ovejas de cuernos grandes, cabras, vacas y desmás fauna salvaje kamikaze, todos ellos dispuestos a cruzarse en la carretera delante del turista despistado. También hemos sorteado a peatones, ciclistas y esquiadores. Para todo esto tienen señales de tráfico nuestros amigos canadienses. Aquí en la isla de Victoria hemos encontrado dos nuevos peligros, las carreteras que pueden inundarse y la señal de está usted entrando en zona de tsunamis. Eso sí, te avisan de cuál es la ruta de escape en caso de que se produzca uno... ¡Qué miedo, mamaíta!

Nosotros por si acaso, nos hemos leído las instrucciones que hay en el B&B para estos casos, para que no nos pille desprevenidos. Hoy también nos hemos encontrado durante nuestros paseos por las sendas de los bosques, unas señales que advierten del peligro de encontrarse con osos, lobos y pumas, y lo que debes de hacer si te topas con ellos, que resumido es no salir corriendo, y hablarles con voz decidida para que se den cuenta que tú eres un humano, que está en la cúspide la pirámide alimentaria... porque es así, ¿no?.

Bueno, después de nuestras breves paradas hemos llegado a Tofino, donde nos esperaba una desagradable sorpresa. Nosotros teníamos contratado una salida con una duración de entre 6h y media y 7h, en la que salíamos a ver ballenas, y luego íbamos a unos manantiales de agua caliente a darnos un baño, antes de volver a Tofino, pero el encargado nos ha dicho que no lo veía muy claro. Parece ser que el manantial está bastante lejos, y con la previsión meteorológica que tenían por la tarde iba a haber bastante lluvia y la mar iba a estar algo revuelta, por lo que nos ha propuesto hacer la salida para er ballenas, que dura unas 3h, y luego llevarnos a una isla donde podíamos hacer una ruta de 1h y media por un bosque húmedo. La verdad es que el cambio no acababa de convencernos, pues la ruta la podíamos hacer por los bosques de la zona, y nos parecía que salíamos perdiendo con el cambio, por lo que le hemos propuesto hacer la salida para ver osos en su lugar. El tio nos ha dicho que era una buena opción, la verdad es que no nos ha puesto ningún problema, pero lamentablemente esa salida es a las 9 de la mañana (la marea tiene que estar baja para que los osos tengan a dónde ir a buscar comida en la orilla), por lo que tendremos que dejarla para mañana. Esto nos trastoca un poco los planes, porque mañana vamos a llegar bastante tarde a Victoria, pero al final nos ha parecido la opción más interesante.
Una vez resuelto el problema, nos hemos vestido para la ocasión.

Ya incluso antes de salir hemos visto una nutria que andaba por la zona de los muelles como Pedro por su casa. Luego nos hemos echado al mar en busca de ballenas, y la verdad es que hemos tenido suerte, y hemos llegado a un lugar donde había bastantes.




He de reconocer para vergüenza de mis paisanos pescadores y marineros viejos lobos de mar, que mirando por el objetivo de la cámara con el tele puesto, me he mareado un poquito, y he tenido que salir fuera a tomar un poco el aire. He tenido que abrir un poco algunas de las múltiples capas de ropa que llevaba encima para refrescar y recuperarme un poco. En mi defensa diré que el barco se movía bastante y que mi mayor problema ha sido al tratar de sacar fotos de las ballenas, que no había manera de encuadrar la foto con tanto balanceo, y al final he optado por disparar sin preocuparme demasiado de composiciones ni demás zarandajas. Para más humillación, Bea y el resto de tripulantes, todos de la pérfida Albión estaban más frescos que una lechuga. Fuera de la cabina me he recuperado un poco, aunque hacía bastante frio, pero poco antes de empezar el viaje de vuelta la pobre Bea ha caído también víctima del mareo, y lo de ella no ha sido un poquito como lo mío. La pobre lo ha pasado fatal, y ha decidido ir en la zona descubierta del barco para que la diese el aire, incluso mientras íbamos rápido. Además en el viaje de vuelta ha comenzado a llover, y yo la veía y me recordaba las imágenes de los pescadores luchando contra el mar.

Al final he salido con ella para acompañarla y hacerla un poco de parapeto contra el agua y el viento. Lo malo es que yo me había abierto la ropa porque tenía calor, y me había quitado los guantes para poder hacer fotos, con lo cual me iba mojando un poco más de la cuenta, y las manos se me estaban quedando heladas. Pero bueno ahí que resistimos.
Para suplicio de la pobre Bea, durante el regreso paramos en una isla que estaba llena de leones marinos y focas, y también hicimos alguna otra parada para ver nutrias, y alguna otra ballena.


Además hubo un momento en que empezó a llover bastante fuerte y nos tuvimos que meter dentro. Bea optó por tumbarse en un asiento, y así llegó la pobre hasta el embarcadero.
Decidimos por lo tanto volver directamente al B&B para que Bea se diese una ducha caliente, ya que estaba helada de haber viajado tanto tiempo en la zona descubierta de la lancha, y se tomase un té caliente para entrar en calor.
La costó un poquito pero al final regresó a la vida y decidimos salir a dar una vuelta por los alrededores de Ucluelet. Antes pasamos a despedirnos de Úrsula porque mañana tenemos que madrugar, y al contarla lo del mareo, le regaló a Bea unas cintas que se ponen en las muñecas en un punto de presopuntura y que se supone que reducen las nauseas y el mareo. Mal no la van a hacer, así que las probaremos. Nos despedimos dándola las gracias por lo bien que se ha portado con nosotros y salimos a dar una vuelta por el camino del faro. Este camino transcurre por lo que llaman un bosque húmedo... ¿humedo? empapado lo llamaría yo. Empapado el bosque y nosotros, claro, pero aún así seguimos adelante y dimos toda la vuelta al recorrido.









Para demostrar que Canadá no pude con nosotros al acabar la ruta nos fuimos a comer un helado, el de Bea de menta y chocolate, y el mío de Moose Track (algo así como rastro de alce traduzco yo), y de no se qué de arce. Bea no quedó muy conforme con su helado, pero los míos estaban buenísimos, y la mujer que nos atendió fué muy maja, y tuvimos con ellas una charla bastante agradable.

Después del helado como había dejado de llover un poco intentamos ir a un sitio a ver la puesta de sol, pero nos costó un poco encontrar el camino, y cuando íbamos de camino volvió a ponerse a llover con fuerza. Viendo que estaba todo nublado, y la puesta de sol no iba a ser nada especial, decidimos volvernos antes de acabar empapados. Así que aquí estamos, en nuestra acogedora habitación del B&B. Ahora a la cama y a dormir que mañana toca madrugar para ir a ver si algún oso se digna en salir a saludarnos.
Un abrazo fuerte.