domingo, 2 de junio de 2013

¡Aquí estamos de nuevo!

Pues sí, hemos regresado para contaros nuestras aventuras por Canadá. No sabemos si le interesarán a alguien, pero aquí dejamos nuestras peripecias por si acaso.
Llegamos a Canadá ayer viernes, después de volar primero a Amsterdam y luego a Calgary. La verdad es que la llegada ha sido muy tranquila, sin sobresaltos, ni rodeos (esto último gracias a nuestro amigo TomTom). Llegamos al aeropuerto, pasamos la aduana y recogimos las maletas sin incidencias. A continuación nos dirigimos a coger el coche de alquiler, donde el hombre del mostrador estaba empeñado en que cogiésemos un coche más grande, por sólo 5$ más al día (tarifa especial por ser clientes de Toundra, claro). Al final le dijimos que no, que los españoles estamos acostumbrados a los coches pequeños, y resultó que nos dejó el grande al precio del pequeño, porque para conducir por las montañas era mucho mejor. No sabemos si el tío era muy majo y se enrolló porque el coche grande tenía más motor y era mejor para la montaña, o es que no tenía coches pequeños y ya que nos tenía que dar uno grande quería sacar algún beneficio. Como creemos en la bondad de la gente, hemos decidido que era un tío majo y nosotros tenemos cara de buena gente. A Bea se le pusieron los pelos de punta cuando vió que era automático, ¡pero si le falta un pedal!, y no quiso saber nada de él. Así que se quedó a cargo del TomTom.
Con el coche de alquiler llegamos a Banff sin problemas, encontramos el hotel rápido, y fuimos a dar una vuelta pese a que estaba lloviendo con ganas. Nos dió tiempo a pasear un poco por el pueblo, que es casi una galería comercial, y luego dar un pequeño paseo por el camino de las cascadas del rio Bow. No recorrimos demasiada distancia, porque estábamos bastante cansados, pero ya tuvimos nuestro primer encuentro con la fauna local.

Después visitamos los jardines de las cascadas, que no tenían ni una gota de agua, aparte de la que caía del cielo, claro, pero eran bonitos.
Después de este paseo ya estábamos bastante cansados, y decidimos recuperar fuerzas con una buena cena. Al final dimos con un lugar donde daban hamburguesas muy buenas, y además tenían zumo de mora, lo que dejó a Bea así de contenta:
 A mí me puso más contento esto:
Las hamburguesas estaban muy buenas (la mía era de bisonte), y el poutine, que son esas patatas con queso y salsa de carne también (yam, yam, algún día habrá que repetir).
Después de cenar, a la cama, para finalmente, tras de más de unas 25 horas despiertos, conseguir un merecido descanso.
Y tras unas horas de sueño totalmente reparador....de nuevo a patear. Tras hacer compra en un supermercado local, agua, pan y un poco de embutido para subsistir, primera parada "Banff Gondola", que es un teléferico con cabinas para 4 personas que te sube a la cima del Monte Sulphur de nada más y nada menos de 2451 m. Aquí no madrugan demasiado, asi que cuando llegamos habia calma y tranquilidad....pero luego llegó la excursión de asiáticos, porque sí, también han llegado aquí...y lo han conquistado!!!!! Las tiendas de recuerdos del pueblo, son de ellos. Pero bueno, volvamos al monte donde estabamos, rodeados de montañas nevadas.....ummmm....q frío!!!! Pero la gente de aqui no lo nota demasiado, porque nosotros abrigados hasta las cejas....y la gente en pantalones cortos, tirantes....y chanclas!!!!! Las de playa de toda la vida, esas....en la nieve!!!!


Hasta nuestras nuevas amigas pensaban....estos humanos están locos!!!!


Aunque bueno, pensandolo mejor...locos o no....¿tienes comida? 


Allá por el año 1902 un paisano de los del pueblo decidió construir una estación meteorológica en la cima del monte,....y no solo la construyó, sino que durante mas de 30 años, subió una vez a la semana o cada 15 días, pasó alli una noche y recogio datos. Hoy es fácil, hay teleferico que te sube y una pasarela de madera que te lleva hasta la estación, pero en su época el paisano tardaba 9 horas en llegar!
Bea ha quedado tan contenta con la visita que me he ganado un pequeño premio:
 Como la zona preparada con pasarelas estaba un poco abarrotada, decidimos coger un camino que rodeaba la montaña, e hicimos muy bien, porque la tranquilidad que se respiraba hacía que ni se te pasase por la cabeza que un poco más allá había un montón de gente.
 Estaba todo tan tranquilo que recibimos la visita de lo que Bea a dado en llamar la "ardicosa", porque tiene pinta de ardilla pero con el tamaño de nuestra querida Cosa (o un poco más). Que nos miraba como preguntando "oye, ¿vosotros tenéis comida?".
 Y por ahí seguimos dando vueltas y sacando fotos, que lamentablemente no le hacen justicia al lugar... pero alguna tenemos que poner.
 Cuando bajamos del monte Suplhur, nos dirigimos a Cave and Basin, que es una cueva de aguas termales. La descubrieron unos trabajadores del ferrocarril, les dió por poner una caseta con cuatro tablas encima, y aquello acabó convirtiéndose en una especie de balneario y además en el nacimiento de los parques nacionales canadienses.
 Lamentablemente no puedes tocar el agua porque hay algunas especies en peligro, como caracoles, que son endémicas del lugar. A Bea no se le dió mal el día, descubrió que tiene antepasados en Canada, que cargaban el coche hasta los topes igual que ella.
 También tuvo la suerte de ligar con un bañista de muy buen ver y con mucho estilo para vestir.
Afortunadamente conseguí separarla del bañista, y llevarla a ver la piscina exterior.
 Finalmente lo del bañista no era nada serio, os mostramos una foto enseñando la bonita hoja de arce que nos pusieron en la mano en la entrada para demostraros que nos seguimos queriendo mucho.
Luego nos dirigimos al lago Minnewanka, un pequeño charco de 20 km de longitud y 2 km de ancho, rodeado de montañas y con un montón de senderos para recorrer andando o en bici de montaña.
 Allí cogimos el camino del cañón Stewart, que circula al lado del río que cruzamos por un puente de madera.
Al final del camino había otro pequeño riachuelo que no tenía puente, pero Bea encontró uno natural que la sirvió lo mismo.
En el camino de vuelta ya íbamos un poco cansado por la caminata y el jet-lag, pero Bea encontró un chaise long natural donde descansar un ratito.
 Los alrededores del lago son una pasada, y no nos cansamos de sacar fotos a todos los rincones.


 Del lago Minnewanka fuimos a la ruta de los Hodoos, o chimeneas de las hadas, que son formaciones rocosas creadas por la erosión del viento y el agua. La verdad es que no eran gran cosa, solo se veían unas pocas y lejos del camino, pero el paseo que dimos por el bosque mereció mucho la pena. Además volvimos a encontrar un amiguito, aunque solo dió tiempo a hacerle una foto rápida y movida, antes de que apareciesen dos tios por el camino y nos lo espantasen (todo el recorrido sin encontrarnos a nadie, y van y aparecen en el peor momento).
 Después de las caminatas del día, solo queda volver al hotel y descansar junto a la chimena, antes de volver a la habitación a dormir.

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