miércoles, 5 de junio de 2013

Día 3

Hoy no hemos madrugado demasiado (nos hemos levantado a las 8:30) porque ayer llegamos bastante cansados, y con el ajetreo de escribir en el blog nos acostamos un poco tarde. Así que para comenzar bien el día hemos ido a desayunar al Tim Horton’s, que es una cadena canadiense tipo Starbucks. La diferencia importante es que ellos tienen donuts con sirope de arce, y claro había que probarlos. El veredicto final ha sido favorable, y hemos cogido carretera hacia Lake Louise más contentos que unas pascuas.
Para dirigirnos a nuestro destino teníamos dos posibilidades, la ruta más rápida y la ruta más lenta pero más bonita. Hemos elegido esta última y nos hemos adentrado en una carretera preciosa, que discurría entre bosques de pinos inmensos, con las montañas nevadas en la distancia  Creo que Bea no ha conducido tan despacio en su vida (que no pasaba de 50 la tía), pero es que merecía la pena deleitarse con el paisaje. Incluso ha habido un momento en que nos hemos parado para a un lado de la carretera para hacer una foto a todo correr, a un alce que se encontraba pastando tranquilamente a la orilla de la carretera, totalmente ajeno al revuelo que estaba causando al otro lado de la carretera.
De camino a Lake Louise, hemos parado en el Cañón Jonston, excavado en la roca por el río, y en el que pueden verse varias cascadas, la mayor de hasta 30 metros de altitud. Hemos recorrido unos cuatro kilómetros (de ida, y otros tantos de vuelta) al lado del río, disfrutando de los saltos de agua.


A 1.5 km del comienzo del camino se encuentra la cascada baja, la cual puedes ver prácticamente metido debajo, pues hay un agujero en la roca que te permite acercarte mucho al salto de agua. 


Más arriba está la cascada alta, que es la de 30m de altura, que ves desde más lejos y sin mojarte tanto, pero que también es una auténtica pasada.



Después de habernos mojado durante la subida y bajada al cañón, hemos podido disfrutar de una comida tipo picnic a la entrada del mismo, con el sol dando calorcito. Vamos que en Canadá el tiempo está tan loco como en Santander.
Una vez comidos nos hemos dirigido a nuestro hotel, el Simpson´s Nun-ti-Jah Lodge, junto al lago Bow. La carretera hasta llegar allí nos tenía maravillados, pero nada nos había preparado para lo que nos encontramos al llegar al lago Bow. David se ha quedado con la boca abierta. Las fotos no le hacen justicia, pero espero que sirvan para que os hagáis una idea.












Tras instalarnos en el hotel y fliparlo un rato por lo alrededores, hemos cogido el coche para acercarnos a Lake Louise, un lago rodeado de montañas que demuestra que los parques nacionales de Canadá están llenos de lugares espectaculares. Desde el lago Louise, hemos cogido un camino de unos 3.5 km que ascendía hasta una casa de té junto al lago Agnes, pasando primero por el lago Mirror. 

La ascensión se nos ha hecho un poco durilla, porque hemos subido a buen ritmo, y a mitad de camino ha comenzado a aparecer nieve en el camino. Desde varios puntos de la ascensión podíamos ver el lago Louise más abajo, con un color muy intenso, lo que ha ido animando la subida, y nos ha dado fuerzas para continuar, pensando en las vistas que encontraríamos más arriba. 



Cuando hemos llegado al lago Mirror, ha comenzado a nevar, pero solo nos quedaban 800 metros hasta la casa de té, así que no íbamos a abandonar a esas alturas. Hemos seguido camino, y aunque hemos tenido algunos resbalones, y Bea ha llegado con la reserva, hemos conseguido alcanzar nuestro destino. Cuando hemos llegado arriba, ha comenzado a nevar más fuerte, y encima la casa de té ya estaba cerrada. Aún así el lugar justificaba la subida. Bea estaba encantada con la nieve, y lo bueno es que estábamos solos.



  


Hemos aguantado un rato arriba a pesar del frío y de la nevada que seguía cayendo, y después de sacar varias fotos, hemos emprendido el camino de vuelta. Ha habido varios momentos de patinaje, pero hemos conseguido llegar abajo sin contratiempos, y saludando a un conejo que se acercó a fisgonear. Pero de osos nada de nada, a pesar de que en todos los paneles informativos te indican que estás en zona de osos, y te acojonan un poco con las medidas a tomar para evitar encuentros desagradables (ir en grupos, cantando, dando palmas… como en un tablao flamenco vamos), y luego si te los encuentras y te ven, arrejuntarse todos para parecer más grandes, hablarles con firmeza para que se den cuenta que eres un humano y no un bicho comestible (¿será que los osos canadienses han estudiado lenguas? ¿en qué les hablo, en inglés, en francés o en español?, menudo lío). Supongo que lo más importante es no hacer grititos de ardilla.


Después de salir de Lake Louise, nos hemos acercado al lago Moraine, que se encuentra en el valle de los diez picos. Este lago lo hemos visto un poco rápido porque ya era un poco tarde. De hecho, al salir de allí hemos intentado buscar un lugar para cenar, confiados porque en Banff estaba todo abierto hasta tarde… pues nada de nada, hemos acabado comprando algo de pan y embutido en una gasolinera, y comiéndolo en la habitación del hotel. Donde por cierto debe ser que ya no nos esperaban a esas horas (¡que sólo eran las 9:45 de la noche, leñe!), porque las llaves de las habitaciones las tenían en un despacho cerrado, y el hombrecillo que andaba por allí ha tenido que dejar su partida (estaban jugando a algún juego de mesa), para ir a buscar las llaves. Afortunadamente, ya nos encontramos en nuestra habitación, y enseguida nos vamos a la cama a descansar, que mañana será otro día lleno de emociones…

No hay comentarios:

Publicar un comentario