miércoles, 5 de junio de 2013

Día 4

Hoy nos hemos levantado y nos hemos llevado un pequeño chasco, porque estaba lloviendo. Así que para compensar hemos decidido tomarnos un buen desayuno: huevos revueltos, salchichas, pan tostado, fruta y patatas. Después de desayunar tan copiosamente, nos hemos puesto en camino un poco más animados, y ya en los primeros kilómetros recorridos hemos visto un par de cosas insólitas. La primera, y teniendo en cuenta que en la calle había 4 grados, llovía, y estábamos a más de 30 km del pueblo más cercano (que nosotros sepamos), son dos chicas corriendo por la carretera, una de ellas en tirantes y mallas hasta media pierna. Decididamente estos canadienses son muy duros. La otra la ha visto sólo Bea, un oso negro pequeño al lado de la carretera, o sea que los carteles no son para acojonar, haberlos haylos como las meigas. Lo malo es que no hemos podido parar para hacerle una foto. Mirando para todos lados (que si el paisaje, mira qué bonito; que si el bosque, a ver si va a aparecer algún bicho cerca; que si la carretera, que sí, que si vas conduciendo también hay que mirarla de vez en cuando), nos hemos dirigido al parque nacional de Yoho, que es un parque más pequeño que los otros, pero que dicen que es muy bonito, y que tiene la ventaja de ser menos visitado y estar menos masificado.
En primer lugar hemos parado en el centro de visitantes, dónde nos han dado algunos consejos de qué visitar, ya la mala noticia de que la carretera que subía a las cataratas Takakkaw estaba cerrada, y nos íbamos a quedar sin ver las segundas cataratas más altas de Canadá. Después hemos dado una vuelta por el pueblo dónde está, Field. El pueblo creció como residencia de las personas que trabajaban en el ferrocarril que pasa por allí, y tiene un cierto encanto, aunque ahora mismo casi todas las casas son bed & breakfast. Pero bueno, el rato que hemos estado allí hemos podido ver un tren inmenso, no sé cuántos vagones tendría pero se puede haber tirado sus buenos 10 minutos cruzando el pueblo.


De Field nos hemos dirigido al lago Emerald, y hemos hecho una pequeña ruta que rodea el lago (unos 5,2 km). La ruta nos ha gustado mucho, pues ha sido muy tranquila, a la hora que hemos llegado apenas había gente, y pese a que caían algunas gotas, hemos encontrado algunos lugares bucólicos donde sentarnos a relajarnos, el silencio era absoluto, salvo porque las ardillas parlotean, los pajarillos cantan, las nubes se levantan… (¡ah, no! Que las nubes siguen ahí y no hay manera de que desaparezcan). Y que conste que no es porque vayamos todo el rato cantando para ahuyentar a los osos (desde luego es una buena manera de ahuyentar tanto a los osos, como a las ardillas, a los pájaros, y a cualquier ser humano con un mínimo de gusto musical), que nosotros somos tipos duros con un mínimo de vergüenza torera y pasamos de cantes, palmas y bailes, y vamos calladucos o charlando a volumen normal, como personas decentes y respetables. 




En uno de esos momentos en que estábamos descansando sobre una roca con vistas al lago disfrutando del silencio, ha aparecido por allí una ardilla de exploración. Ha encontrado una planta de hojas largas y secas, y ha opinado que eso la venía de perlas para decorar su mansión a la orilluca del lago. Ni corta ni perezosa ha comenzado a meterse en la boca hojas y hojas, pero cuando ha hecho intención de salir corriendo con ellas, se ha dado cuenta que las hojas pertenecen a una planta que no tiene ganas de cederlas desinteresadamente. Así que la ardilla tiraba y tiraba, y la planta se resistía y se resistía, mientras nosotros asistíamos jocosos a semejante batalla de la naturaleza. Al final ha vencido la ardilla, que se ha marchado muy ufana con los carrillos llenos de hojas de secas.
Bueno, que me enrollo, que el paseo ha sido muy bonito, nos ha gustado mucho, y por aquí os dejamos algunas fotos para que valoréis vosotros (pero como siempre os digo, las fotos no le hacen justicia).



Tras salir del lago nos hemos dirigido a un puente natural que hay en un afluente del río Kickinghorse (que también vaya nombrecito).  Tampoco es que fuese algo super espectacular, pero era curioso, y el alto nos ha servido para comernos un bocadillo de mortadela y un manzana (sí mortadela, que de vez en cuando hay que poner el modo económico, que estos canadienses son unos careros).

Del puente natural nos hemos dirigido a las cataratas Wapta, pero antes hemos dado un bonito rodeo de unos 40km, gracias a la habilidad conductora de David, que se ha pasado la salida, y a las maravillosas infraestructuras canadienses (que para qué vamos a poner cambios de sentido en esta bonita carretera, si unos españoles se pasan la salida que se fastidien y den la vuelta en la otra punta del país). El desvío nos ha servido para ver un nuevo animalejo, al que ellos llaman oveja de cuernos grandes, y que a mí me parece una cabra (ignorante que es uno oye). De esta tampoco tenemos foto, porque teníamos el pequeño inconveniente que la maja de la oveja ha decidido salir a saludar a mitad de uno de los carriles de la carretera por la que circulábamos a 100 km/h, y tan fresca estaba ahí plantada viendo pasar los coches (debía ser una oveja vietnamita, que están acostumbrados a cruzar así, a lo bravo). Afortunadamente no ha habido accidente, pero claro después de criticar a la oveja no me iba a parar yo en medio de la carretera a hacerla una foto, así que tenéis que creeros que la hemos visto, como el oso.
Finalmente hemos  conseguido llegar al camino que llevaba a las cataratas, se trata de una senda bastante cómoda y muy embarrada, de unos 2.3 km (de ida, otro tanto para volver, claro). Bueno, cómoda hasta arriba de la cascada, nosotros hemos bajado hasta el lecho del río después de la cascada, y ese tramo ya no era tan cómodo, pero eso sí era muy bonito. Adjuntamos fotos para que juzguéis vosotros mismos.






Otra vez de regreso en el coche, nos hemos dirigido a los túneles en espiral. Se trata de unos túneles para los ferrocarriles, que entran en la montaña y salen por la misma cara, haciendo una espiral, y que servían para reducir la pendiente que tenían que salvar los trenes, que en esa zona era la más alta de la red de ferrocarriles del país, y era un poco peligrosa. Los trenes son tan largos, que los ves salir por una de las bocas sin que hayan acabado de entrar por la otra… eso si tienes la suerte de que pase un tren mientras estás allí. Si no, te lo imaginas, como nosotros. Bueno, lo más curioso es que se construyeron en 1909, y para ello hicieron falta cientos de trabajadores que curraban 10 horas diarias por 2,25$ al día (para que os quejéis de sueldos bajos). Me diréis que el sueldo era bajo, pero que por lo menos tenían trabajo. Pues sí, un trabajo en el que de media moría un hombre a la semana… Como se entere Rajoy acaba con el paro en España en dos patadas.

De los túneles hemos partido en dirección a nuestro hotel (o lodge como les gusta llamarlos aquí), porque teníamos reservada la cena a las 7:30. Como hemos llegado un poco pronto, nos hemos dado un corto paseo por la orilla del lago (¡que había 5º y estaba lloviendo!). Hemos estado jugando un poco en la orilla, rompiendo el hielo, y en esto nos hemos dado cuenta de que había un pez congelado rodeado de hielo. Cuando Bea lo ha tocado nos hemos dado cuenta que estaba vivo, así que hemos hecho la buena acción del día liberándolo del hielo (nos ha costado un poco porque el tío se volví a meter en el hielo). Me gustaría poder decir que el pececito se ha ido la mar de contento, pero estábamos en un lago, y yo le he visto más cara de miedo que de felicidad, pero bueno.


Después de esto hemos regresado al hotel como salvadores, y nos hemos tomado una opípara cena como homenaje a nuestra gesta. Tras ella nos hemos arrastrado hasta la habitación del hotel, donde estamos escribiendo estas líneas. Al final hoy tampoco vamos a poder colgarlo, esperemos que mañana tengamos más suerte con el wifi. Un abrazo fuerte a todos.

1 comentario:

  1. Q fotos tan preciosas!!! Los lugares parecen idílicos, ya nos contareis detalles. Pasadlo genial. Besucos

    Isa

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