jueves, 6 de junio de 2013

Día 6

Hoy nos hemos levantado a las 7:30, esperando tener un día tan bueno como el de ayer (en las cascadas Athabasca, el termómetro del coche marcaba 25ºC), pero ha amanecido nublado. Aún así, hemos desayunado en el hotel, y hemos cogido el coche para dirigirnos al lago Maligne. El parque nacional de Jasper, es más grande que el de Banff, tiene la mitad de  turistas y el triple de animales (de los de 4 patas), Y esto lo hemos comprobado en la carretera del lago Maligne, pues cuando nos hemos desviado para dejar pasar un camión que venía detrás nuestro, nos hemos topado con lo que yo creo que es una cierva, y Bea opina que es un caribú sin cuernos (parece ser que por estas fechas les están volviendo a crecer). Así que aquí estamos aireando al mundo nuestro desconocimiento de la fauna más básica. Opinen ustedes también por favor.

Cuando hemos llegado al lago estaba bastante nublado, y hacía fresquito (unos 14ºC, ayer estábamos a 25ºC ¿no?, quizá lo soñé…). Pero bueno, como nosotros venimos a caminar no nos importa mucho la temperatura. Nos hemos dirigido a la orilla menos turística, y hemos comenzado una senda que circulaba por la costa del lago.


Ha llegado un momento en que nos hemos encontrado una bifurcación, una senda seguía el camino de la orilla del lago, y el otro se dirigía al lago Moose. Hemos cogido este último camino, y después de aproximadamente un kilómetro, hemos llegado al lago. Cerca de la orilla del lago había una pequeña isla, a la que se llegaba por una especie de “puente”. Bea se ha levantado hoy con el pié de exploradora, y ha decidido cruzar al otro lado haciendo equilibrios sobre dicho puente.

Ha llegado al otro lado sin percances, pero claro una vez que ella estaba en la otra orilla, le tocaba pasar a David, que para más interés llevaba la cámara de fotos y la de vídeo. He optado por una estrategia más conservadora que Bea (que ha pasado casi a la carrera), y he ido poco a poco. Todo ha ido muy bien hasta el último metro, cuando uno de los troncos se ha movido, y David ha acabado con los dos pies dentro del agua. ¡Genial, estoy para hacerle la competencia a Indiana Jones!.  Chapoteando he llegado a la isla, y chapoteando he seguido buena parte del día, porque las plantillas han absorbido un montón de agua, y cada uno de mis pasos iba acompañado de un gracioso chof, chof (gracioso para Bea, claro).


Hemos hecho una pequeña exploración de la isla, y hemos regresado por el mismo sitio (no había otro). Bea, animada por su éxito anterior ha ido primero, y a punto estaba de llegar a la otra orilla, cuando el destino cruel quiso que uno de los troncos se moviese, y acabase más o menos como yo. Más o menos, porque ella sólo metió un pié en el agua, aunque se desequilibró y se fue de morros, metiendo los brazos y parte del tronco en el agua del lago.

Ahora me tocaba a mí reírme, aunque he de decir que Bea no fue rencorosa, y sujetó los troncos mientras yo cruzaba, para intentar que aquello no acabase como el rosario de la aurora. Yo chapoteando y Bea empapada, nos dirigimos de vuelta a la intersección, y por el camino vimos otra cierva salvaje al lado del camino, a pocos metros de nosotros. Pese a estar mojados hemos decidido seguir por el camino de la orilla, y hemos echado a andar entre chapoteos. Como ya os he dicho, hoy Bea se levantó con el pié explorador, y se puso a abrir la marcha, enzoquetada con llegar a una zona del lago desde la que ver la isla que hay en medio. Pero resulta que para llegar a la isla en barca de remos desde donde nosotros hemos dejado el coche, se tarda un día entero, así que imaginaros a qué distancia está la isla. Vamos que por más que hemos caminado y caminado no hemos llegado a verla. Además, de cuando en cuando éramos atacados por nubes de moscas o mosquitos pequeños, o yo que sé que eran aquellos bichos pero nos amargaron un poco el paseo. Ha habido un momento que hemos llegado a una zona de bosque quemado, que la verdad impresionaba un poco, aunque hemos comprobado que la vida lucha y crece en cualquier parte, pues ya había pequeños arbolitos dando un poco de color verde entre tanto negro.



Cuando regresamos al coche, nos acercamos al lado más turístico del lago para sacar alguna foto desde allí, y nos encontramos al doble de mi tío José dando un paseo. (mismo corte de pelo y misma barriga, de verdad).


Además saliendo de allí hemos vuelto a ver ciervas. Hoy hemos encontrado bastantes animales en el camino, debe ser que lo que dicen las guías sobre la fauna del parque Jasper es cierto.

Rápidamente cogimos carretera, pues se nos había hecho un poco tarde por el paseo tan largo que nos habíamos dado, y de camino al cañón del rio Maligne, nos encontramos una aglomeración de coches y caravanas en la carretera. El primer pensamiento, es que ha habido un accidente, pero en Canadá las cosas son de otra manera, y el causante de tanto alboroto es este caballero.


Y es que en las Rocosas, y especialmente en el parque nacional de Jasper, siempre hay que viajar con la cámara a punto, porque en cualquier momento te cruzas con algún animal.


Llegamos al cañón del lago Maligne bajo un aguacero feroz. ¡Pero si hace media hora parecía que quería salir el sol! En lugar de entrar al cañón decidimos ir a intentar cambiar la reserva del teleférico de Jasper para mañana, pues con la lluvia y la niebla creemos que no vamos a ver nada. Nos dicen que mañana parece que puede hacer un poco mejor, y que nos cambian la fecha sin problemas.
Regresamos al cañón, y ya no llueve. Comenzamos a recorrerlo y comienza a salir el sol, despeja y comenzamos a pasar calor. ¡A ver qué pasa mañana!, lo mismo nos hemos equivocado, pero ya no hay solución. El cañón del rio Maligne tiene 6 puentes, comenzamos cruzando el segundo (somos así de originales), y fuimos bajando hasta el tercero y el cuarto. Allí nos enteramos que el quinto estaba “closed”, pero aún así decidimos seguir el camino hasta allí. Y caminamos un buen rato, pero no llegamos a verlo. Donde decidimos darnos la vuelta había un recodo, y yo me acerqué para mirar si se veía el puente al otro lado, pues creíamos que teníamos que estar cerca, pero nada. Con la misma volvimos hacia arriba y ahora sí cruzamos el primer puente. Allí nos enteramos que el río se llama Maligne, porque un Jesuita francés lo llamó así después de haber tenido bastantes problemas para cruzarlo con su caballo.




Poco después de cruzar el primer puente, se pone a llover otra vez con fuerza. El tiempo está tan loco o más que en Santander, pero nosotros ya estamos acostumbrados y no nos arrugamos. Hemos cogido el coche y nos hemos acercado al parking del quinto puente, por verlo antes de seguir la ruta, y cuando hemos llegado hemos comprobado que efectivamente casi habíamos llegado al quinto puente caminando. Desde el recodo al que me asomé yo, debiera haber visto el puente… si hubiera estado allí. ¡Cómo que el puente está “closed”, lo que está es “missing”, vamos que del puente no queda nada de nada, ¡por eso no lo había visto!. Por el solo hecho de decir que hemos visto todos los puentes no hemos acercado hasta el sexto, que también tiene parking y lo hemos cruzado, aunque tampoco tenía nada de especial, pues a esta altura del río el cañón y la parte más espectacular del río ya han quedado atrás.
Del sexto puente nos dirigimos a los lagos Annete y Edith. Cuando llegamos allí no hay nadie, y nos sentamos un rato en el embarcadero del lago Annete, disfrutando del sol (que ha vuelto a salir), y la paz que transmite el lugar.

Después vamos al lago Edith, que está muy cerca, y en este caso tiene playa (o algo parecido, vamos un poquito de arena). También está muy tranquilo, y disfrutamos mucho estos momentos juntos.



El siguiente paso son los lagos Piramid y Patricia. En el lago Piramid estamos un rato tomando el sol en otro embarcadero, parece que les hemos cogido gusto.



Luego vamos a una isla dentro del lago a la que se llega atravesando un puente de madera. La isla la han recuperado, y han creado un pequeño camino para que la gente no se salga de él y no pisotee toda la flora. El paseo es agradable, aunque hace viento y la temperatura empieza a ser fría.




Nuestra visita del lago Patricia es corta, solo acercarse a la orilla para sacar una foto.

Después volvemos a Jasper, parando en el supermercado para comprar algo para cenar, y a nuestra cabaña, a escribir nuestras aventuras y a la cama. Pero antes os quiero enseñar una curiosidad, las papeleras blindadas que hay por todas partes en el parque. Son así para que los osos no busquen comida en ellas, y sigan siendo naturaleza salvaje, pero a mí me hacen mucha gracia.

2 comentarios:

  1. Vaya mala pata con el puente ese... espero que Bea no pasara mucho frío a la vuelta!!Jejejeje.
    Me estáis dando una envidia... vosotros allí rodeados de naturaleza y bichejos y yo aquí con el inglés y el alemán... que para colmo no entiendo!!xD
    Oye, he estado pensando, que ya que parece que les sobran tantos animales... me podíais traer uno!!Jajajaja. Un alce!! Y así ni sirope ni na :P
    Muchos besucos!

    Eli

    PD: Mira que si veis un cartel de trabajo me lo dices y para allá que me voy... xD

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  2. Oye, que estoy yo pensando (porque estudiar ya para que...) que la marmota también me valexD

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