martes, 11 de junio de 2013

Día 9

Hoy suena el despertador a las 7 de la mañana, pero yo ya llevo un buen rato despierto, dando vueltas en la cama negándome a abrir los ojos. Odio que en este país amanezca tan temprano, y que los hoteles no tengan persianas. En fin, no queda otra que levantarse, hoy tenemos un viaje largo hasta Vancouver, y no queremos llegar muy tarde para aprovechar para tener un primer contacto con la ciudad.
Salimos a la calle, afortunadamente, a esta hora no hay mosquitos, porque ayer parecía que nos perseguían (¿tendría algo que ver nuestro olor después de tanto viaje?), y buscamos un lugar para desayunar. Todos los que nos cruzamos en el pueblo llevan colgando una identificación, deben de ser de algún congreso o algo así, así que somos una especia de infiltrados. Todas las tiendas están cerradas, pero finalmente encontramos un lugar donde comprar algo para desayunar. Un chocolate caliente para mí, y un caramel machiatto para Bea, además de un bagel tostado con crema de queso para cada uno. Suena muy bien, y el bagel está bueno, pero el chocolate no sabe a nada, y Bea dice que su café sonaba mejor que lo que ha resultado.
Nos comemos el bagel y vamos a buscar el coche para ponernos en camino. La verdad es que el pobre da pena, después de tanta carretera sin asfaltar da verdadero asco. Os ponemos una foto para que os hagáis una idea, y dad gracias que no pueden fotografiarse los olores, porque a la vista de lo que huele nuestra nariz, no es solo barro lo que llevamos adherido al coche.

Ya estamos en camino, y a los pocos kilómetros, un ciervo cruza a brincos la carretera delante de nosotros. Frenamos para reducir, pero afortunadamente no es necesario clavar el coche, aunque el bicho ha resultado un poco demasiado osado para mi gusto. Seguimos camino sin más contratiempos, y decidimos tomar una ruta a Vancouver algo más larga, pero que se supone que es más bonita. Comprobamos que es así en nuestra primera parada, que se produce en la zona del lago de Kamloops.

Un poco más adelante, paramos también para sacar una foto en el lago Tunkwa.
Volvemos a la carretera, dispuestos a entretenernos menos en la carretera, para no llegar muy tarde a Vancouver, hasta que llegamos a un pueblo llamado Cache Creek, que anuncia el fin de semana del coche clásico. Cuando vemos los primero coches, no podemos evitar parar para sacar unas fotos para Alberto y el tío Jose. Esperamos que os gusten.










Las fotos las hicimos en el pueblo, pero al salir de él nos damos cuenta que hay una gran explanada con un montón de caravanas y muchos más coches. Ya no hemos parado, pero nos ha dado por pensar que alguno hubiera disfrutado mucho la visita.


Lo que sí hemos hecho ha sido parar para que Bea se hiciese una foto con uno de sus camiones "enfadados".

Y para que veáis que realmente esos camiones adelantan...

El viaje debe continuar, y aunque yo estaba a punto de perder la esperanza, poco antes de llegar a Hope (se llama así el pueblo donde comimos), vimos cruzar la carretera delante de nosotros… ¡UN OSO!. ¡Al fín he conseguido ver un oso!, de la emoción se me ha quitado toda la modorra que llevaba, pero claro no me ha dado tiempo a sacar la cámara de fotos ni de vídeo. La verdad es que es una tontería, porque todos hemos visto osos anteriormente, pero el verlos salvajes en total libertad, por alguna razón nos produce emociones diferentes, y cada vez que vemos un animal, aunque sea una simple ardilla nos hace mucha ilusión.
Después de ver el oso, hemos parado a comer en Hope, ha sido algo rápido, hemos parado en un Subway y hemos comprado un bocadillo, pero nos lo hemos comido en el parque de Hope y eso siempre le da otro sabor.


Desde Hope hemos llegado ya de un tirón hasta Vancouver, donde hemos tomado un par de malas decisiones que nos han provocado meternos en un señor atasco, y tardar media hora más de lo previsto en llegar al hotel.
Al llegar hemos preguntado cómo llegar a Granville island, donde hay un mercado que Bea tenía ganas de conocer. La chica de recepción nos ha recomendado coger un par de autobuses para llegar allí, pero hemos mirado el mapa, y hemos decidido probar a pie. La verdad es que no estaba tan lejos, la chica de recepción ha resultado ser una exagerada. 


Como digo hemos ido dando un paseo muy agradable y hemos llegado justo para dar un corto paseo por el mercado antes de que cerrasen (a las 7 de la tarde), en él había de todo, frutas, verduras, helados, tés, donuts, quesos, carnes,… yo que sé, de todo. 

Bea se ha comprado un té de frutas helado y luego hemos salido. Este mercado está en una pequeña isla, y hay un embarcadero con un taxi acuático, así que para volver lo hemos cogido hasta David Lam Park, que es la zona pija de la ciudad, según la guía “dónde van los pijos para ver y ser vistos”, vamos que con las pintas que llevamos dábamos un poco el cantazo. 





Desde allí, hemos seguido la orilla de False Creek hasta el BC Place Stadium que se construyó para las olimpiadas de invierno de 2010 y nos hemos adentrado en la ciudad hasta llegar a Chinatown, donde hemos hecho una foto a la mítica puerta de entrada de todas las Chinatown que se precien. 

Luego hemos seguido hasta la zona conocida como Gastown. Aquí es donde nació la ciudad, y hay una estatua del primer residente de Vancouver, que para que os hagáis una idea su estatua incluye su barril de whisky. En esa zona hemos cenado, y mientras tanto ha anochecido, y se han encendido un montón de lucecitas que daban un ambiente muy agradable a esa zona de la ciudad.


Después de cenar hemos caminado hasta un reloj de vapor muy famoso, se supone que es el primer reloj de vapor del mundo, y lleva una placa donde te cuenta por encima cómo funciona. Lo curioso es que la guía dice que en realidad el reloj funciona con energía eléctrica, aunque en la placa del susodicho no lo menciona por ningún lado. 

Desde allí hemos puesto dirección a la otra orilla de la ciudad, la que da al mar, y hemos continuado por un bonito paseo marítimo hasta llegar a la altura de nuestro hotel. 


Luego, hemos vuelto a entrar a la ciudad, y en un periquete estamos de vuelta en nuestra habitación. A todo esto son las 10:45 de la noche, y aún hay que escribir el relato de hoy (bueno ahora es más tarde, eso era cuando empecé).


La verdad es que la ciudad tiene algunos rincones muy bonitos y cosas chulas como un gran carril bici que parece rodear toda la ciudad. Además se ve bastante ambiente, y mucha gente rara (o fashion, es que nosotros somos de pueblo, ya lo sabemos). En fin, mañana más historias, pero ahora hay que irse a la cama a descansar, que a estas alturas ya estamos bastante cansados.

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