Hoy suena el despertador a las 7 de la mañana, pero yo ya
llevo un buen rato despierto, dando vueltas en la cama negándome a abrir los
ojos. Odio que en este país amanezca tan temprano, y que los hoteles no tengan
persianas. En fin, no queda otra que levantarse, hoy tenemos un viaje largo
hasta Vancouver, y no queremos llegar muy tarde para aprovechar para tener un
primer contacto con la ciudad.
Salimos a la calle, afortunadamente, a esta hora no hay
mosquitos, porque ayer parecía que nos perseguían (¿tendría algo que ver
nuestro olor después de tanto viaje?), y buscamos un lugar para desayunar.
Todos los que nos cruzamos en el pueblo llevan colgando una identificación,
deben de ser de algún congreso o algo así, así que somos una especia de
infiltrados. Todas las tiendas están cerradas, pero finalmente encontramos un
lugar donde comprar algo para desayunar. Un chocolate caliente para mí, y un
caramel machiatto para Bea, además de un bagel tostado con crema de queso para
cada uno. Suena muy bien, y el bagel está bueno, pero el chocolate no sabe a
nada, y Bea dice que su café sonaba mejor que lo que ha resultado.
Nos comemos el bagel y vamos a buscar el coche para ponernos
en camino. La verdad es que el pobre da pena, después de tanta carretera sin
asfaltar da verdadero asco. Os ponemos una foto para que os hagáis una idea, y
dad gracias que no pueden fotografiarse los olores, porque a la vista de lo que
huele nuestra nariz, no es solo barro lo que llevamos adherido al coche.
Ya estamos en camino, y a los pocos kilómetros, un ciervo
cruza a brincos la carretera delante de nosotros. Frenamos para reducir, pero
afortunadamente no es necesario clavar el coche, aunque el bicho ha resultado
un poco demasiado osado para mi gusto. Seguimos camino sin más contratiempos, y
decidimos tomar una ruta a Vancouver algo más larga, pero que se supone que es
más bonita. Comprobamos que es así en nuestra primera parada, que se produce en
la zona del lago de Kamloops.
Un poco más adelante, paramos también para sacar una foto en
el lago Tunkwa.
Volvemos a la carretera, dispuestos a entretenernos menos en
la carretera, para no llegar muy tarde a Vancouver, hasta que llegamos a un
pueblo llamado Cache Creek, que anuncia el fin de semana del coche clásico.
Cuando vemos los primero coches, no podemos evitar parar para sacar unas fotos
para Alberto y el tío Jose. Esperamos que os gusten.
Las fotos las hicimos en el pueblo, pero al salir de él nos
damos cuenta que hay una gran explanada con un montón de caravanas y muchos más
coches. Ya no hemos parado, pero nos ha dado por pensar que alguno hubiera
disfrutado mucho la visita.
Lo que sí hemos hecho ha sido parar para que Bea se hiciese una foto con uno de sus camiones "enfadados".
Y para que veáis que realmente esos camiones adelantan...
El viaje debe continuar, y aunque yo estaba a punto de
perder la esperanza, poco antes de llegar a Hope (se llama así el pueblo donde
comimos), vimos cruzar la carretera delante de nosotros… ¡UN OSO!. ¡Al fín he
conseguido ver un oso!, de la emoción se me ha quitado toda la modorra que
llevaba, pero claro no me ha dado tiempo a sacar la cámara de fotos ni de
vídeo. La verdad es que es una tontería, porque todos hemos visto osos
anteriormente, pero el verlos salvajes en total libertad, por alguna razón nos
produce emociones diferentes, y cada vez que vemos un animal, aunque sea una
simple ardilla nos hace mucha ilusión.
Después de ver el oso, hemos parado a comer en Hope, ha sido
algo rápido, hemos parado en un Subway y hemos comprado un bocadillo, pero nos
lo hemos comido en el parque de Hope y eso siempre le da otro sabor.
Desde Hope hemos llegado ya de un tirón hasta Vancouver,
donde hemos tomado un par de malas decisiones que nos han provocado meternos en
un señor atasco, y tardar media hora más de lo previsto en llegar al hotel.
Al llegar hemos preguntado cómo llegar a Granville island,
donde hay un mercado que Bea tenía ganas de conocer. La chica de recepción nos ha
recomendado coger un par de autobuses para llegar allí, pero hemos mirado el
mapa, y hemos decidido probar a pie. La verdad es que no estaba tan lejos, la
chica de recepción ha resultado ser una exagerada.
Como digo hemos ido dando un
paseo muy agradable y hemos llegado justo para dar un corto paseo por el
mercado antes de que cerrasen (a las 7 de la tarde), en él había de todo,
frutas, verduras, helados, tés, donuts, quesos, carnes,… yo que sé, de todo.
Bea se ha comprado un té de frutas helado y luego hemos salido. Este mercado
está en una pequeña isla, y hay un embarcadero con un taxi acuático, así que
para volver lo hemos cogido hasta David Lam Park, que es la zona pija de la
ciudad, según la guía “dónde van los pijos para ver y ser vistos”, vamos que
con las pintas que llevamos dábamos un poco el cantazo.
Desde allí, hemos
seguido la orilla de False Creek hasta el BC Place Stadium que se construyó
para las olimpiadas de invierno de 2010 y nos hemos adentrado en la ciudad
hasta llegar a Chinatown, donde hemos hecho una foto a la mítica puerta de
entrada de todas las Chinatown que se precien.
Luego hemos seguido hasta la
zona conocida como Gastown. Aquí es donde nació la ciudad, y hay una estatua
del primer residente de Vancouver, que para que os hagáis una idea su estatua
incluye su barril de whisky. En esa zona hemos cenado, y mientras tanto ha
anochecido, y se han encendido un montón de lucecitas que daban un ambiente muy
agradable a esa zona de la ciudad.
Después de cenar hemos caminado hasta un reloj de vapor muy
famoso, se supone que es el primer reloj de vapor del mundo, y lleva una placa
donde te cuenta por encima cómo funciona. Lo curioso es que la guía dice que en
realidad el reloj funciona con energía eléctrica, aunque en la placa del
susodicho no lo menciona por ningún lado.
Desde allí hemos puesto dirección a
la otra orilla de la ciudad, la que da al mar, y hemos continuado por un bonito
paseo marítimo hasta llegar a la altura de nuestro hotel.
Luego, hemos vuelto a
entrar a la ciudad, y en un periquete estamos de vuelta en nuestra habitación.
A todo esto son las 10:45 de la noche, y aún hay que escribir el relato de hoy
(bueno ahora es más tarde, eso era cuando empecé).
La verdad es que la ciudad tiene algunos rincones muy
bonitos y cosas chulas como un gran carril bici que parece rodear toda la
ciudad. Además se ve bastante ambiente, y mucha gente rara (o fashion, es que
nosotros somos de pueblo, ya lo sabemos). En fin, mañana más historias, pero
ahora hay que irse a la cama a descansar, que a estas alturas ya estamos
bastante cansados.
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