jueves, 11 de noviembre de 2010

Vietnam del Sur, de Ho Chi Min City a Chau Doc

Hola a todos, aquí estamos de nuevo para concluir los relatos sobre nuestra estancia en Vietnam. Nos despedimos de este país con pena, aunque a partir de mañana nos espera Camboya. Pero las cosas a su debido tiempo. Habíamos dejado nuestro relato en Ho Chi Min City, donde amanecimos ayer. Quedamos con nuestro guía a las 8 de la mañana, y nos dirigimos a ver la pagoda de Thien Hau. La llamamos pagoda porque así viene en el programa, pero en realidad se trata de un templo, pues no tiene figura de Buda. Lamentablemente un fallo técnico nos impidió cargar la cámara de video, por lo que no solo tenemos fotos de esta parte del recorrido.



Una vez acabada la visita de la pagoda, nos dirigimos al mercado chino.Es una pena no tener un vídeo de esta parte, pero trataré de explicarlo. Básicamente es como un gran mercado cubierto, repleto de pequeñas tiendas como de chinos, con toda su mercancia rebosando por todos lados en sus pequeños establecimientos. Entre cada puesto hay un pequeño pasillo por el que apenas cabe una persona, lo que hace el lugar un poco agobiante. Solo estuvimos unos minutos, pues para buscar algo allí tienes que dedicarle mucho tiempo, y teníamos más cosas que ver, pero ciertamente mereció la pena no saltarse la visita.


Esta fué nuestra despedida de Saigon, pues una vez salimos del mercado cogimos carretera con dirección a My Tho en el delta del Mekong. Fueron unas dos horas de coche para llegar allí, donde visitamos la pagoda de Vinh Trang. Por el camino nos entretenemos viendo las cosas inverosímiles que son capaces de transportar los vietnamitas en una moto. Cualquier cosa es susceptible de acomodarse de alguna manera: patos, cerdos, ordenadores, una cama... lo que sea. Si no te cabe en la moto, le pones unos ruedines para soportar la parte de detrás y lo llevas arrastrando, no pasa nada, la imaginación al poder.



La pagoda es bastante curiosa, pues corresponde a una religión que se inventó un colega en la que integró todas las demás religiones, y así no hay malos rollos. Budismo, confucionismo, cristianismo, taoísmo, e islamismo, se mezcla todo bien, se remueve a fuego lento durante un par de horas, y obtienes la religión llamada Cao Dai. No tengo palabras. En la foto se pueden ver las figuras de Buda, Confucio, Jesucristo, Moisés y Mahoma.




Y después al coche otra vez, momento que Bea aprovecho para echar una siestezuca, que no veais si es cansado esto de ser turista. La siguiente parada fue para coger una barca y dar un paseo por el rio Mekong. La verdad es que es impresionante. El río limpio lo que se dice limpio no está, pero en su favor diré que está lloviendo bastante. Tienen un negocio que consiste en sacar arena del fondo del río para utilizarla en la construcción. Para ello aspiran el fondo, con arena y agua, y lo depositan todo en una barcaza. El agua va hacia abajo, y les queda la arena arriba. Sencillo, ¿verdad?. Pues hay barcas de todos los tamaños, pero lo que más impresiona es el transporte. Cargan la barca hasta los topes y más, vimos algunas que parecía que se iban hundiendo, y los vietnamitas estos, oye, que como si nada....ellos en sus hamacas y a disfrutar del paseo.
Hicimos escala en una de las islas del delta, en la que está una fábrica de caramelos caseros de coco, buenísimos, y un huerto de frutas autóctonas. Tras un paseo, primero andando y después en calesa (eso es lo que nos contaron, en realidad era una carreta tirada por un pobre caballo), paramos a repostar fuerzas en un baruco del pueblo, en el que mientras nos dieron fruta fresca de los huertos y un té con miel y lima, nos deleitó los oidos la banda municipal. Que queréis que os contemos, para críticos de música vietnamita tradicional....pues como que no valemos.



....y a coger una barca de remos para volver a nuestra barca a través de un canal de los que recorren la isla (por suerte remó una vietnamita muy amable, porque lo de remar con un solo remo no debe ser tan fácil). De aquí fuimos a visitar la pagoda de Vinh Trang, que tiene una estatua de buda feliz (o sea gordo), que tenía casi el mismo tamaño que la pagoda (exagerando un poco).



Ya tocaba comer, así que nos dirigimos al restaurante donde coincidimos con una pareja muy maja de Zaragoza (ya les conocíamos del grupo grande de españoles con el que hemos ido coincidiendo todo el viaje) y nos sentamos a comer con ellos. Lo más destacable fué la presentación de un pescado que... no sé como explicarlo, creo que lo mejor una imagen vale más que mil palabras.
Después de comer, de nuevo al coche y a viajar hasta Can Tho. Check-in en el hotel, donde se nos avisaba de la presencia de los simpáticos geckos por todo el hotel. A Bea le cayeron muy simpáticos, además de por monos, porque se comían a los mosquitos.



Ya por nuestra cuenta, y junto a la pareja de zaragozanos, viajecito en barca hasta el centro de la ciudad. ¡Vaya!, hay un mercadillo a escasos 300 metros de donde nos deja el bote... y la cosa se lió. Tanto mirar, tanto mirar, Bea acabó comprando un traje tradicional de vietnamita. La vietnamita hasta la trajo unos zapatos con tacón para que se viese bien.
Después de pasear un rato y gastar algo de dinero, volvimos al hotel. Cena rica y a la cama, porque a las 6:30 de la mañana tocaba estar en el hall del hotel para ir a ver el mercado flotante de Cai Rang.
El día de hoy amaneció soleado, pero la ropa interior que se nos había ocurrido lavar ayer no había secado ni un poquito. Upss, fallo técnico, con el calor que hace ni se nos ocurrió pensar que con la humedad reinante la ropa no se iba a secar ni un poco. Pues nada, algún kilo extra para las maletas, como ya pesaban poco...
Con buen humor y un poco de sueño (Bea solo respondía con monosílabos), dimos un agradable paseo en barca hasta el mercado. Casi todos los que pasaban cerca nuestro nos saludaban y sonreían, y así es difícil no disfrutar de cualquier visita. El mercado merece la pena. Básicamente consiste en un montón de barcas en el río. Cada uno se acerca a la barca que vende lo que quiere, regatea y si llega a un acuerdo la mercancía cambia de manos. Para saber qué es lo que vende cada barca, llevan un palo largo donde atan una muestra de lo que venden: piñas, fruta del dragón, cebollas, lo que sea. De hecho incluso había uno que vendía lotería. Mercado flotante. Vendedor de lotería.
De regreso al hotel, desayuno y de nuevo en marcha, en esta ocasión hacia Chau Doc, desde donde os escribimos. Esta mañana llegamos al hotel, nos registramos rápido y nos dirigimos, de nuevo en barco, a visitar una piscifactoría. Básicamente consiste en una casa flotante en medio del río, con redes metálicas bajo ella. Allí tienen unos 100.000 peces, en la que visitamos nosotros criaban panga y dorada. Nos enseñaron cómo los alimentaban, y como vivían allí.



Antes de comer nos quedaba una visita a un pueblo Cham, una de las etnias minoritaria de Vietnam, constituida principalmente por pescadores. Dimos un paseo por el pueblo, y visitamos una mezquita, pues la etnia Cham es musulmana o hindú. Durante todo el paseo nos siguió una niña muy seria, que ni nos decía nada, ni nos sonreía, pero no nos dejaba ni a sol ni a sombra. Esta visita nos gustó bastante, pues se veía como vive la gente más humilde, y tenía un aspecto auténtico, que quizá le faltaban a otros lugares en los que hemos estado.




Una vez acabada la visita nos tocaba la última comida en Vietnam (un poco más tarde nos tocará la última cena), y luego visitamos una pagoda y dos templos. Uno de los templos era de una diosa, a la que no se la podían hacer fotos, pues es tal la devoción que sienten los vietnamitas por ella, que había gente que vendía sus imágenes a la gente que no tenía opción de acercarse al santuario. Por lo tanto decidieron prohibir hacerla fotos para evitar estas prácticas, y solo unos fotógrafos autorizados pueden hacerlo.
Chau Doc es una localidad pequeñita, así que a la vuelta decidimos dedicarnos al descanso: baño en la piscina, descanso en las hamacas, ducha de agua caliente y a contaros nuestras historias.
La verdad es que estamos un poco tristes por dejar ya Vietnam. Sabemos que nos espera Camboya, y seguro que lo disfrutamos mucho, pero pese a los 9 días que llevamos ya por aquí, se nos ha hecho corto. La gente es muy agradable, siempre sonriendo, y eso hace que te sientas muy a gusto. Es un país que invita a quedarse para seguir descubriéndolo. Desde luego, si nos llevamos una imagen de Vietnam no es la de su vegetación, ni sus ríos, ni sus maravillas. Esta es la imagen que nos llevamos de Vietnam:

4 comentarios:

  1. weno!!! parece que volveis a la calma ,despues de tantas aventuras (y encima sin comer ) como te atreves david a meterte por ese agujero que parace una lata de coca cao ???menos mal que no tienes michelines ,que si soy yo jajjjaj me tengo que quedar alli atascada pa siempre....
    que sigais pasandolo bien,beaaa que quiero muxos regalitos ,asi que no dejes ni una tienda sin mirar jajjja cuidaros un beso muy grande de todos y un gruñidin de cosita
    p.d. (soy la mami de bea)

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  2. Cada día lo hacéis mejor!!!... además muy gráfico, pero me falta una fotito...la de Bea vestida de vietnamita, bueno...un beso para los dos y a seguir pasándolo bien.

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  3. Madre mía!Si es que no paráis!!Menos mal que habéis tenido un ratuco para relajaros!!
    A mi me falta la foto del pescado...jejejeje!Y la niña esa de amarillo da un poco de mal rollo,eh??Ahi toda sería...me recuerda a la de The Ring!!Qué miedo!!:)
    Y qué es la fruta del dragón??Porque se ve algo rojo en el video pero no más...la habéis probado??Os habéis convertido en dragón por unos minutos??jajajajaja.
    Qué bonito,qué envidia,qué todo!!Y yo aqui,mirando aceros y fundiciones al microscopio...esto no es justo!!:P
    Seguid pasandolo así de bien!
    Un besuco

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